En el Este de Porterville, la sequía llega a ser problema de salud mental

ESTE DE PORTERVILLE 

La lucha de Manuel León por su propia vida empezó mucho antes de que la sequía acabara con el agua de su casa en el Este de Porterville y con ello, su único escape de la realidad.

Él ya estaba enfermo antes de que sus árboles frutales de su patio, cerezo, manzano y peral se secaran, antes de que su verde pasto se convirtiera en polvo.

León de 49 años, ha tenido cáncer de colón desde antes de que los investigadores vieran la sequía venir. Su cáncer fue diagnosticado en 2001. A él le hicieron una colostomía en 2002. La enfermedad regresó en 2010, justo a tiempo para ver cómo se secaba su comunidad rural y su esposa llegara a ser quien la única que trabajara para la familia para criar a sus tres hijos con un sueldo de trabajador del campo.

“Lo único que puedo hacer es estar aquí. Si lavo los platos se me quiebran las uñas. Las tengo delgadillas. Se puede decir que no hago nada.”

“Yo iba a cortar el zacate por ahí afuera. Se distrae uno. Ahora me lo llevo todo enfadado aquí. Mas enfadado, mas aburrido.”

Con la nieve en la Sierra Nevada a su más bajo nivel en 500 años, el peor periodo de su vida coincide con la sequía más severa que se haya registrado en California. Las familias del Este de Porterville como los León, están enfermas por la sequía – tanto física como mentalmente. En una ciudad cuyos problemas incluyen la contaminación del aire, la contaminación del agua y la pobreza, la sequía ha provocado una creciente crisis de salud, empeorando las condiciones respiratorias y empeorándolas con otras enfermedades.

La situación empeora.

Los expertos dicen que la gente afectada por la sequía también se enfrenta a estrés, lo cual puede llegar a ansiedad, depresión y todo un grupo de otras condiciones mentales. Los estudios muestran que esos resultados son especialmente reales para la gente que depende del agua para su supervivencia económica, como los agricultores, y la gente que vive en áreas rurales con menos opciones de ingresos y cuidado.

Casi la mitad de los pozos del Este de Porterville están secos. Muchos de los más de 7,000 residentes viven sin agua corriente mientras el Condado de Tulare batalla por satisfacer la demanda de tanques temporales y la lista de espera se alarga para excavar pozos más profundos.

La mayoría de los residentes del Este de Porterville son trabajadores del campo. El ingreso medio de las familias es de menos de $30,000, de acuerdo a datos de American Community Survey.

Eso es verdad para la familia León. Su esposa, Aida Beltrán de 41 años, se levanta a las 4 a.m. seis días a la semana y maneja una hora de ida y otra de vuelta para ir a trabajar en Bakersfield. Este mes ella pizca uvas.

En los días malos, León se va al trabajo deseando más que nada que pudiera quedarse con su esposo y darle compañía.

“Hay días que él está muy decaído por la medicina. Como quisiera quedarme aquí hacerle compañía, y no puedo. Ha tenido semanas que se deprime mucho, se siente triste.”

Pero si Beltrán no trabaja, la familia no come. Así que hasta en sus propios días malos, cuando su diabetes la pone ansiosa o exhausta, ella se obliga a levantarse de la cama. Nueve horas de trabajo manual la distraen de sus propios pensamientos.

Detectando los problemas mentales

La Dra. Lananh Nguyen, una psicóloga de Porterville, no les ha preguntado a sus pacientes directamente en qué manera les afecta su salud la sequía, pero dijo que quienes han mencionado la sequía la consideran un estrés adicional encima de los problemas que ya tienen.

No es que digamos que no están sufriendo, dijo Nguyen. Pero las enfermedades mentales y la pobreza no son un asombro para la gente que ya estaba viviendo en esas condiciones antes de la sequía. Los mismos problemas pudieran ser más estresantes para un exitoso agricultor que no está acostumbrado a esto.

“Desgraciadamente no ha habido ninguna manera objetiva de evaluar hasta que grado afecta la sequía a la gente de esta área,” dijo ella. “Parte del problema es que ellos no hablan de eso, quizá en parte porque ellos no lo ven como algo que ellos puedan controlar, como algo en lo que yo les pueda ayudar a cambiar.”

Una pequeña pero creciente cantidad de estudios académicos detallan el impacto de la constante sequía en la salud mental. Un estudio que examinó a agricultores y a ganaderos en el medio oeste encontró que los porcentajes de suicidios en los años 1980 eran casi del doble del porcentaje nacional para los hombres de raza blanca. Esa década vio una sequía récord, disminución en el valor de la tierra, precios inestables y endeudamiento.

En 2010, los Centros para Control y Prevención de Enfermedades y otras agencias federales publicaron una guía sobre proteger la salud mental durante la sequía. La guía menciona estudios en Australia y en India que muestran niveles elevados de suicidio entre los trabajadores del campo que viven en áreas rurales afectadas por sequías severas o extendidas.

Entre los que están más en riesgo de los efectos en la salud relacionados con la sequía, dice el reporte, está “la gente que vive en áreas rurales o remotas que depende del agua de pozos privados y de sistemas municipales pequeños o con mal mantenimiento, la calidad de los cuales es más susceptible a los cambios ambientales.

Elisaveta Petkova, directora de proyecto en National Center for Disaster Preparedness en Columbia University, estudia el efecto de los desastres naturales en la salud y cómo es que las comunidades pueden adaptarse mejor. El equipo de Petkova está analizando los estudios de la sequía en Australia, enfocándose en salud mental. Ella tiene planes de lanzar estudios en California usando la información de Australia para informar sobre cuáles problemas monitorear.

Petkova dijo que la sequía es de tan largo plazo que sus efectos no son tan claros como con otros desastres naturales, como las lesiones o las muertes durante un incendio forestal. Y ella dijo que los efectos en la salud mental son especialmente devastadores y son los más difíciles de atender.

“Es posible que la sequía aumente en duración debido al cambio climático,” dijo ella. “Lo que estamos viendo ahora es algo que no se va a ir.”

Nguyen, la psicóloga de Sequoia Family Medical Center en Porterville, recuerda a un paciente que es bipolar que dijo que el regar las plantas era algo que la calmaba y le ayudaba a mantener alejados sus síntomas. El tener que recortar el uso del agua ha sido problemático.

La mayoría de la gente en el área de Porterville llega con síntomas físicos como alta presión arterial o dolor de espalda, dijo Nguyen. Los médicos que tienen experiencia en detectar la ansiedad le mandan a ella a esas personas para recibir terapia.

“Yo creo que en el futuro lo que vamos a ver es mucha más gente con síntomas físicos primero, y esos problemas se convertirán en síntomas mentales o psicológicos,” dijo ella.

‘Una segunda enfermedad’

La guía de CDC llama a la sequía un “evento de elevación lenta” eso, a diferencia de algunos desastres naturales, puede ser anticipado mucho antes de que llegue a ser una amenaza a la salud de una comunidad. A pesar de eso, la gente como los León está siendo afectada ahora.

Hace siete años, sus vidas iban mejorando. León y Beltrán remodelaron y financiaron de nuevo su casa de un piso cubierta de estuco café antes de que el cáncer y la sequía los sorprendieran.

Ahora ellos no tienen medios para mudarse. Hasta la casa más bella no se puede vender si no hay agua.

Mientras León siga con vida, él cuenta con la esperanza de que él y su familia puedan superar cada día. Irónicamente, ellos tienen menos razones para sentirse desanimados por la enfermedad de León. Ellos han visto a la comunidad unirse y animarse en torno a ellos.

Después de que se secó el pozo el pasado mes de noviembre una organización sin fines de lucro colocó tanques de plástico para el agua afuera de su casa y los llenaba cada semana. En junio, ellos recibieron un tanque de 2,500 galones por parte del condado (el condado tiene prioridad con la gente enferma). Los voluntarios los visitan regularmente.

Pero la supervivencia económica de la familia depende de Beltrán. El día que ella no trabaja, ella lleva a León a UCLA para que le apliquen una quimioterapia clínica de prueba, lo cual él recibe tres veces al mes. Todos los otros tipos de quimioterapia no funcionaron y su condición ha seguido sin cambio durante el año pasado. El viaje de tres horas es un viaje largo, pero ellos no pueden pagar un hotel para quedarse la noche.

Su hijo mayor, José León de 21 años de edad, terminó un curso en Porterville College en junio y empezó a trabajar de tiempo completo en Burger King, en parte para ayudar a su familia en lo económico y para cooperar con su mamá para el viaje a Los Ángeles. Después de que los dos automóviles de la familia empezaron a fallar, José empezó a pagar por un automóvil nuevo.

Manuel León de 19 años, asiste a la Universidad de California en Merced con una beca completa. El menor de los hijos, Alex, tiene 16 años y asiste a la Preparatoria Granite Hills. Él trabaja junto con su mamá cada sábado para comprar su propia ropa para la escuela y sus bocadillos.

La familia se ha ajustado a vivir modestamente. Ellos están acostumbrados al persistente cáncer de León. La sequía es lo único con lo que no pueden ayudar.

“Es una segunda enfermedad,” ella dijo.

La jardinería también era algo que le ayudaba a Beltrán a calmarse. Ella llegaba a casa del trabajo cada día y en silencio atendía sus plantas al lado de su esposo. El ver lo que ha quedado de su jardín es algo que la pone nostálgica y triste.

“Ya no salgo pora fuera porque no quiero ver lo que perdí.”

Beltrán admite que su propia salud mental ha sufrido, al igual que otros residentes de Porterville que están lidiando con la sequía, ella usa las mismas palabras para describirla: Frustrada, estresada, ansiosa, desesperada, deprimida.

León trata de estar positivo. Pero limitado por la enfermedad, él ve a su familia sufrir.

“Cuando había agua, yo me divertía. Yo ya estaba enfermo. Lo único es que este tipo de enfermedad, es entre mas triste, entre mas de caído esta uno, parece que mas avanza.”